Aclaro otras mentiras
de Isabel Arvide ...
(PRIMERA PARTE)
Con todo el veneno y la ponzoña de la que le sobra, Isabel
Arvide promueve una serie de mentiras más sobre la muerte de mi padre con el afán
de vender su libro y lograr un lugar distinguido en nuestra sociedad, en la que
no significa nada.
Con toda la mala fe pone en un mensaje de internet:
" ... LA PLATAFORMA DE PARTIDARIOS DE CJ, DEFIENDEN
A VILLANUEVA, ASESINÓ AL QUE MATÓ A SU PADRE?... EN MI LIBRO
Lo escribe de manera que surja la inquietud de leer su libro
para saber la verdad que ella misma desconoce y por ello sólo puede haber
escrito mentiras:
Hay que decírselo con claridad: Te equivocas Isabel, no me
defiende ninguna plataforma de partidarios de Carlos Joaquín ni me defiende
nadie de tus mentiras, lo que está pasando es que la gente se dio cuenta de tu
falsedad y están expresando públicamente que mentiste descaradamente al decir
que estaba yo libre, en mi casa de Chetumal, por un trato que dices que hice
con el Gobierno de los Estados Unidos, entregándole 17 millones de dólares.
Lo cierto es que sigo cumpliendo mi sentencia en una cárcel
que es un hospital en donde me están tratando las enfermedades que padezco, ¿era
tan difícil que te enteraras, cuando es del conocimiento público?
No puedes hablar sobre los hechos respecto el asesinato de mi
padre, porque los desconoces, muy pocos los conocen y creo que es tiempo de
contarlos para que dejen de meter cizaña periodistas sin escrúpulos como tú,
Isabel Arvide, que buscan notoriedad y dinero a toda costa, con base en la
mentira.
ROBERTO SANTIAGO AQUINO, el joven que asesino a mi padre, está
vivo y, aunque parezca increíble, lo protegí para cuidar su vida, le di ayuda jurídica
y lo apoye para que saliera de la cárcel de máxima seguridad y regresara a
Chetumal. Para mi sorpresa, estando yo en proceso judicial en Nueva York, él le
mandó al Juez de los Estados Unidos que llevó mi caso, una carta de su puño y
letra narrándole los hechos del homicidio y la forma en que lo apoyé. Además,
cuando salió de la cárcel se presentó en la casa para decirle a mi esposa que
estaba a nuestra disposición para ayudar en lo que yo necesitara porque estaba
agradecido conmigo. Conservo esta carta en mi expediente penal
La historia es la siguiente:
En febrero de 1994 estaba yo en un acto público con los
campesinos del Estado en el Salón Bellavista de Chetumal, cuando me avisaron
que mi padre había tenido un problema serio en su casa del rancho, frente al
Mostrenco.
Me dirigí allí enseguida, pero al llegar me dijeron que mi
ayudante y amigo Sergio Guillen lo había llevado al hospital. Cuando llegué a
este lugar, los médicos me informaron que mi papá había fallecido, pedí verlo y
me llevaron a un cuarto en el que no había nada más que el cadáver de mi papá en
el suelo, totalmente desnudo, con una marca en el pecho donde entró el cuchillo
que lo mató.
No hubo respeto para el muerto, quizá porque solo era un cadáver,
por lo que ni siquiera tuvieron el cuidado de ponerlo en una mesa cubriéndolo con algo. Pedí una sábana, lo cubrí, cerré la
puerta y me senté en el suelo a su lado, acariciándolo y llorando por su
muerte.
Fui a ver a mi madre para darle la mala noticia y lo mismo
hice con mis hermanas y hermano, y me dirigí luego a la casa de mi padre donde
se había iniciado la búsqueda del asesino, a quien todas las policías, incluida
la PGR y hasta el Ejército se dieron a esa tarea.
Estaba yo en el cuartito que mi papa utilizaba como
despacho, con mi amigo Manuel Yeladaqui, presidente del Comisariado de nuestro
Ejido, Chetumal, cuando me trajeron a un jovencito, muy delgado y más bajo de
estatura que yo, que venía sin camisa, con una cortada en el vientre donde se había
puesto una navaja abierta que tomó de la casa de mi papá. Lo encontraron cerca
de allí, sentado en una banqueta de una calle de la Colonia Santa María.
El muchacho se me quedó mirando y me dijo, "yo a ti te
conozco, creo que una vez te vi en Cancún, oye, dicen que maté a una
persona" y, dirigiéndose a Manuel Yeladaqui, dijo, "no fue a
este"? A la vista el muchacho parecía drogado y le dije, mira, te van a
llevar a un lugar para que te hagan unos análisis, te van a ayudar, no te
preocupes, ve con los señores.
No podía yo tratarlo mal, pensé que era demasiada eficiencia
de la policía para haberlo encontrado tan pronto y tenía que cerciorarme de que
en verdad era el asesino. Tenía yo mucho dolor por la muerte de mi padre, pero
en los más graves problemas siempre tengo la cabeza fría.
Me llamó el presidente Carlos Salinas preguntándome que había
pasado y si había algún motivo en contra de mí, le dije que parecía que no y me
ofreció ayudarme en la investigación para conocer el origen del muchacho y sus
posibles intenciones contra mí. Se hizo una investigación muy amplia sobre ese
joven, llegando hasta sus orígenes familiares en Tabasco. No había nada atrás,
el muchacho actuó solo. Se le hicieron varios análisis clínicos y médicos y se llegó
a la conclusión que tenía una sobredosis de droga.
Se empezó a manejar que amigos de mi papá o míos podían
tomar venganza en contra de ese joven y por ello decidí que no fuera llevado al
Cereso (cárcel) de Chetumal, que lo mantuvieran en los separos de la policía
del Estado.
El juez lo juzgó con toda libertad y le impuso una sentencia
de 15 años de prisión por el homicidio y tres años más por el robo con
violencia y el uso del arma. La pena máxima por homicidio era de 30 años y el
juez le puso la mitad, el entonces Procurador, licenciado Amaro, me preguntó si
íbamos a apelar y le dije que no, que dejaríamos la sentencia como estaba, pues
del análisis del expediente había yo concluido que el muchacho no estaba en
dominio de su mente cuando cometió el asesinato, y el juez había sido justo al
imponerle solo la mitad de la pena.
Pasaron unos meses y con mala fe algunas personas manejaban
que yo lo había mandado matar e incluso el pseudoperiodista Raymundo Martín escribió
en su panfleto que una noche fui yo a la cárcel de Chetumal, y mate al muchacho
clavándole un cuchillo y diciéndole "para que veas lo que se siente".
Poco después, estando yo en Cancún, me llamo por teléfono el
procurador Miguel Peyrefitte y me dijo que la prensa estaba presionando mucho
pues se decía que ese joven estaba desaparecido porque yo lo había mandado
matar. Aburrido de tanta falsedad, le dije al Procurador: "Convoca a toda
la prensa y les pones enfrente al muchacho para que le pregunten lo que quieran
y él diga lo que él quiera" El Procurador me dijo que era muy arriesgado
porque el muchacho podría decir mentiras, pero le ordené que lo hiciera tal
como le dije.
El joven fue fiel a la verdad y declaró los hechos tal como
los recordaba. Dijo que entró a la casa de mi padre por la cocina, donde tomó
un cuchillo y se dirigió a la única recamara donde tomó un desodorante que por
cierto no tenía casi nada, luego pasó al despacho, tomó una cinta métrica de 20
metros y una navaja, luego se dirigió a la sala donde mi padre dormitaba en un sillón
con un ojo cubierto porque había sido operado de cataratas.
El muchacho dijo que se acercó a mi padre, quien se despertó,
y al verlo se levantó con rapidez sobre él, pero se encontró con el cuchillo
que el joven le puso enfrente y se lo clavó. El asesino salió corriendo por la
cocina, mi padre trato de ir tras de él, pero ya no pudo alcanzarlo, porque se
estaba desangrando internamente.
Preocupado porque pudiera peligrar la vida del muchacho, le
llamé al Secretario de Gobernación y le pedí ayuda para que lo pusieran en un
lugar donde estuviera libre de cualquier posible daño y el Secretario lo envió
al penal de Almoloya. Pasó un tiempo y nuevamente periodistas de mala fe
empezaron a decir que yo había desaparecido al asesino de mi padre, matándolo,
por lo que mandé al Procurador Peyrefitte a Almoloya, de donde trajo una serie
de constancias y fotografías que demostraban que estaba vivo y debidamente
protegido, con lo que por fin se calmaron.
Estando yo preso en Almoloya supe que allí también estaba
ese joven y, aunque era imposible verlo, de inmediato lo enviaron a la cárcel
de máxima seguridad de Matamoros, Tamaulipas. Desde allí me escribió una carta pidiéndome
perdón por lo que había hecho, diciéndome que la había pasado muy mal y que había
estado pidiendo copia del expediente, pero el Tribunal Superior de Justicia de
Quintana Roo se lo había negado y me pedía ayuda para obtenerlo porque quería
presentar una demanda de amparo.
En una visita que me hizo mi madre, con mis hermanas, les
dije que ese joven pedía ser perdonado. Mi madre que era una mujer muy
bondadosa, me dijo que ya lo había perdonado y que sería una buena obra
ayudarlo.
Yo también lo había perdonado y mandé pedir la copia del
expediente, lo estudié con mucho dolor viendo las fotografías del cadáver
desnudo de mi padre, con las cortadas de la autopsia, y se lo mandé a ese joven
exponiéndole que jurídicamente ya no se podía hacer nada porque su abogado no
apeló la sentencia y el amparo era improcedente.
Me envió otra carta pidiéndome ayuda pues quería terminar su
sentencia en la cárcel de Chetumal, pero se lo habían negado (en la casa están
las cartas que él me escribió). La Directora de Prevención y Readaptación del
Estado me dijo que el Gobernador Félix González había ordenado que no se le
ayudara porque mato a mi padre. Le escribí una nota al gobernador pidiéndole
que autorizara el traslado, lo concedió y de inmediato fue llevado al Cereso de
Chetumal.
Desde allí, ese joven me mando el recado de que quería
hablar conmigo por el teléfono de la prisión. Le llame, me dijo que quería
darme las gracias personalmente por haberlo perdonado, orientado jurídicamente
y ayudado a salir del infierno de la prisión de máxima seguridad, y que me prometía
portarse bien cuando saliera. Le dije que la promesa debería hacérsela él mismo
y tratar de ser un hombre nuevo alejado de las drogas y demás vicios, lo que al
parecer ha cumplido.
Esa es la historia que sólo conocía mi familia y unas dos o
tres personas en la cárcel, que cuando se las relaté me dijeron que era yo
"muy pen ...jo", porque debí matarlo o cuando menos pedir la máxima
pena de prisión para él. Bueno, cada quien piensa a su manera, pero yo nunca
tuve ni tengo ningún sentimiento en contra de ese joven, creo que hice lo
correcto y estoy tranquilo con mi conciencia.
Matar no está en mi diccionario, nunca lo hice ni lo mandé a
hacer y es claro que en el libro de Isabel Arvide solo encontrarán falsedades,
porque ella desconoce la verdad y sólo está usando mi nombre para obtener
notoriedad y dinero con la venta del libro, que todo indica que, por estar
cargado de mentiras, es pura basura.
Gracias por su atención, Dios los bendiga.
Mario Villanueva.
Exgobernador de Quintana Roo.
Septiembre 16 de 2016.
Santiago Aquino fue regresado de Almoloya donde se encontraba recluido, al penal de Chetumal, cuando estuve de Director de la Carcel, y al poco tiempo solicitaron su preliberación, por ser primodelincuente, pero en esa ocasión no se la dimos hasta observar su comportamiento
ResponderEliminarSeñor Mario....la nobleza del corazón, es la reacción del alma.....como Usted dice....la verdad...solo usted la sabe...y es la que ha compartido con todos aquellos, como yo, que le estiman y que, también, lamenta tanto encono que tienen en su contra. La paz interna Señor, siempre será el mejor remedio para todo...Un saludo mi estimado Gobernador de Quintana Roo...el mejor...a mi parecer...a su órdenes, José Víctor Campos
ResponderEliminarmi mejor gobernador, desde que escuche un discurso a los campesinos frente al palacio municipal, me deslumbre, por eso siempre te he apoyado y siempre te he defendido de esas personiTAS MALINTENCIONADAS que nunca faltan, espero verte de nuevo en tu chetumal, tu quintana roo, tu casa, tu familia y nosotros tus amigos, tienes en mi una gran admiradora, y si en algo te puedo ayudar solo me lo dices, y mejorate por favor
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