Del
Exgobernador
Mario
Villanueva
La supuesta huida de Joaquín
Hendricks en una cajuela… y otras interesantes aventuras.
Por los periodistas Rafael Briceño y Blanca Buenfil, me enteré de la
curiosa omisión de Joaquín Hendricks, sobre mi periodo de gobierno, durante su
reciente conferencia en la UQROO. Se exhibió innecesariamente, pero ese es su
problema, que sin embargo da pie a los siguientes comentarios.
En principio, cabe decir que le va a crecer la nariz a Hendricks por
decir mentiras, pues la carretera Cancún-Tulum se terminó en mi administración,
no en la suya, y el nuevo Mahahual quedó establecido desde que con mis técnicas
se ubicó el muelle de cruceros. Ambos son parte de los desarrolladores turísticos
Riviera Maya y Costa Maya, que se crearon en mi gobierno.
Pero no es momento de hablar de eso, hoy debo comentar algunos
detalles de mi relación con Hendricks para aclarar malentendidos que flotan en
el ambiente. Comenzaré con el trillado cuento de:
La supuesta huida de
Hendricks en la cajuela de un auto.
Digo supuesta huida, porque se trata de un cuento chino que Hendricks
ha mantenido para hacerse víctima y demostrar lo malvado que fui con él. Ya que
él no lo ha aclarado, lo haré yo, y ustedes formarán su propia opinión sobre mi
supuesta maldad hacia él.
Si yo hubiera querido detenerlo o hacerle algún daño, me habría sido
muy fácil, lo tendría vigilado y no sólo no hubiera podido guardarse en una
cajuela, sino que no podría haber dado un paso sin que yo lo supiera. Mi
sistema de inteligencia era muy eficiente.
Bien sabe Joaquín Hendricks que andaba libremente y el cuento de que
huyó en la cajuela de un auto –muy humillante por cierto- auto humillante- fue para justificarse por el problema que creó
y del cual no salió bien librado. La historia es como sigue:
El fallido motín de Hendricks
en el PRI del Estado.
Siendo yo gobernador, Hendricks era el presidente del PRI en el
Estado, y quizá coincidan ustedes conmigo en que si ocupaba esa posición, él
era persona de mi confianza y, además, si yo no lo quisiera en ese cargo me
hubiera sido sencillo relevarlo. Así eran y siguen siendo las cosas en el PRI,
el gobernador decide todo en su Estado, y el presidente de la República en el
país.
Un día estaba yo en una sala anexa a mi despacho platicando con mi
compadre Serafín Montufar, dirigente de la CCI (Central Campesina
Independiente), cuando recibí una llamada en mi celular. Era María, la
presidenta nacional del PRI, quien me llamó para decirme que Hendricks me había
acusado con ella diciéndole que yo no le daba recursos al partido y que lo
tenía marginado porque no podía comunicarse personalmente conmigo.
Me sorprendió la acusación porque era falsa. Le expliqué a la
presidenta del PRI que tenía yo todos los recibos de las aportaciones hechas al
PRI en el Estado y a Hendricks en lo personal, y que él podía llamarme por teléfono
cuando lo deseara, pues tenía mi número celular privado y los de mis ayudantes,
pero para que no hubiera duda alguna, le pedí que Hendricks y yo nos reuniéramos
con ella para aclarar las cosas.
La reunión fue con la presidenta del PRI en su despacho de la ciudad
de México, pero Hendricks no asistió, le mostré a ella los recibos de las
aportaciones y le expuse otros hechos que demostraban mi decidido apoyo al PRI
y a Hendricks. Reconoció ella que la acusación era infundada y hasta ahí quedó
el asunto.
No obstante, al haber perdido la partida, Hendricks llevó a cabo un
movimiento con la intención de poner en contra mía a la dirigencia del PRI
estatal. Se alborotó el gallinero y por esa razón volví a la Ciudad de México a
informarle a la presidenta nacional del PRI.
Ella ya estaba enterada y, como se estaba afectando al PRI en el
Estado, acordó la remoción inmediata de Hendricks. Nombró enseguida un delegado
del partido que viajó conmigo a Chetumal, e hizo el relevo a Hendricks sin
mayor problema. Después me enteré que él se había ido a vivir a la Ciudad de
México.
El regreso de Hendricks al
Estado.
Me declaro culpable de su regreso, porque lo apoyé. Tiempo después del
incidente del PRI, el exgobernador Miguel Borge habló conmigo diciéndome que
Hendricks quería volver al Estado, pero con una posición que le permitiera
participar en la política estatal. Le comenté a Miguel Borge que yo le daría
esa oportunidad a Hendricks, que le dijera a él que yo lo buscaría.
Días después viajé a la Ciudad de México y le llamé a Hendricks invitándolo a comer –
creo fue en el Restaurant del Lago- Allí le dije que para mí el pasado no
contaba, que todos cometemos errores, pero merecemos otra oportunidad y a él yo
iba a dársela.
Me dijo que tenía aspiraciones políticas y deseaba una posición de
buen nivel, por lo que ahí mismo acordé darle un nombramiento como Secretario
en mi gabinete. Tomó posesión del cargo y lo apoyé sin limitaciones, permitiéndole
sus actividades políticas y llevé muy buena relación con él.
Hendricks candidato a la gubernatura
Fue público que yo apoyaba a Addy Joaquín para que ella fuera la candidata del PRI a la
gubernatura. No llegó, y en gran parte se debió a los problemas con el
presidente Zedillo por los que sigo aún en la cárcel, pero le fallé a Addy y esto
es algo que tengo pendiente de explicar. La decisión favoreció a Hendricks, que
desde su candidatura pintó mal, como veremos a continuación.
Necesitaba yo conocer la información sobre los hechos de las
acusaciones que se me hacían, para poder aclararlas, pero a pesar de que por
Ley me la debía dar la PGR, y de múltiples gestiones de mi parte, se me negaba
ese derecho, el Presidente Zedillo me cerró la puerta y el Procurador General
de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, dijo que la información sobre mi caso
solo la trataba con el Presidente.
Ante la cerrazón oficial, fui a ver al Secretario de gobernación Francisco
Labastida, para pedirle que informara al presidente Zedillo que iba yo a pedir
licencia al cargo para defenderme como simple ciudadano, y que me dijera quien quería que me
sustituyera, para hacer los trámites correspondientes.
Poco después me llamo Labastida para decirme que el presidente me
pedía que no renunciara, pues los informes que tenían en el PRI nacional, en el
CISEN (centro de investigación y Seguridad Nacional) y en la presidencia de la
República demostraban que la campaña de Joaquín Hendricks estaba muy mal y se
iba a perder la elección, pero como yo tenía control político en el Estado, el
Presidente Zedillo me pedía que me hiciera yo cargo de la campaña para
salvarla. A cambio me darían la información que solicitaba sobre las
acusaciones.
Acepté, y de inmediato se hizo una reunión en una sala de la
Secretaría de Gobernación, con personal de esta Dependencia del CISEN, del PRI nacional
y de la Presidencia de la Republica. Allí revisamos la problemática y
establecimos la estrategia, quedando todo bajo mi responsabilidad.
Hendricks tenía mal ambiente, pero me dediqué de lleno y de manera
persona a hacer campaña en su favor, logrando ganar la elección sin problemas.
Hice un informe escrito para el Presidente y el Secretario de Gobernación, el
cual me firmó Hendricks de conformidad. Entregué una copia a Labastida y otra a Liébano Sáenz, Secretario Particular
del Presidente, porque éste no me quiso recibir, y tampoco cumplió en su
palabra, pues no me dieron la información solicitada, ya que para Zedillo la
cárcel era mi destino y lo logró. Del informe firmado por Hendricks, guardó copias,
al igual que de todos los recibos de los apoyos que le di.
Una última y nos vamos/ La crónica
de Cancún.
El diario La crónica de Cancún estaba a punto de cerrar y, puesto que se
había creado como un símbolo de Cancún decidí rescatarlo con fondos personales,
pero como yo no tenía interés en ese tipo de negocio, promoví su venta con dos buenos amigos míos; Don Andrés García
Lavín, dueño de los diarios Novedades de Yucatán y Novedades de Quintana Roo; y
a Mario Vázquez Raña, dueño del diario El sol de México y otros más en el país.
Ya como gobernador electo, fue Hendricks a verme a la casa para pedirme
que le vendiera el diario La Crónica de Cancún, pero lo quería fiado y a un
precio mucho menor del que había yo convenido con aquellos amigos. Decidí ayudar
a Hendricks y le dije que a partir de ese momento La Crónica de Cancún ya era
suyo.
Aproximadamente año y medio después, estando yo refugiado con una
persona muy pobre cerca de la ciudad de Mérida, necesitaba dinero y le mande a
decir a mi madre que buscara a Hendricks
para recordarle el pago pendiente de la Crónica.
Se portó gacho porque no quiso recibir a mi madre en Chetumal, la citó
en la casa de Gobierno de Cancún y hasta
allí tuvo que ir mi viejecita, lo que sinceramente me dolió. Hendricks hizo
algunos pagos en abonos poco a poco, y finalmente tendremos que terminar de
echar cuentas él y yo.
Por último, solo puedo decir que no he entendido las razones de
Joaquín Hendricks para demostrarme actitudes no muy buenas hacia mi persona. En
política las diferencias son normales, pero no son para llevarse a los extremos.
Yo no tengo enemigos, él no es mi enemigo, tampoco tengo ningún resentimiento,
porque no hay nada que en verdad los merezca. Si él los tiene, es su problema.
Gracias por “escucharme”
Compártanla por favor.
Mario Villanueva
Exgobernador de Quintana Roo